‘The Walking Society’.
Igor Scalisi Palminteri pasó de vivir siete años en un convento a conseguir que el arte sea accesible para todos los ciudadanos de la capital de Sicilia. Su historia aparece reflejada en el nuevo número de la publicación con la que Camper celebra el espíritu mediterráneo.
Es la isla de mayor tamaño del Mediterráneo, un lugar en el que la historia y la cultura han dejado su huella a lo largo de milenios. Sicilia es una cápsula del tiempo en el que confluyen el pasado y el presente, el punto de encuentro entre Europa, África y Asia, y un enclave en el que los relojes a menudo parecen funcionar más despacio. Pasear por las calles de Palermo es una buena prueba de ello: los decadentes palazzos se mezclan con las iglesias barrocas, la arquitectura árabe o la grandeza de sus teatros neoclásicos. También sus barrios populares, en los que el concepto de comunidad se vive de otra forma, con la cercanía de antaño.
En esas calles nació y creció Igor Scalisi Palminteri, un artista que tiene como objetivo devolver a su entorno parte de lo que le ha dado a lo largo de su vida, y cuya peculiar historia aparece reflejada en el nuevo número de The Walking Society, la publicación con la que Camper celebra el espíritu mediterráneo y su estilo de vida repleto de calma y pasión por las pequeñas cosas. Acompañando al décimo número de The Walking Society, Camper lanzará a principios de abril una Pop Up Store online donde se podrán encontrar creaciones exclusivas de los protagonistas de esta edición, una celebración de la esencia de Sicilia y el estilo de vida mediterráneo.
“Crecer en Palermo ha sido una bendición y un privilegio”, explica Scalisi Palminteri. “Esta ciudad me ha dado la preciosa habilidad de resistir las adversidades y cultivar un sentido de la solidaridad y del valor de la comunidad a través de su red de proyectos y relaciones culturales y sociales. Por esa razón, él quiso devolverle al lugar que le vio nacer una parte de esa riqueza cultural. Pero antes, sintió otra llamada. “A los 19 años me enamoré de la figura de San Francisco de Asís y quise seguir sus pasos viviendo a través de los principios de castidad, obediencia y pobreza”, recuerda. Así pasó siete años, que ahora recuerda como “duros, pero también repletos de belleza”. En aquella época, además, descubrió su verdadera vocación: “Llegué pensando que estaba destinado a la vida religiosa pero entendí que mi amor más profundo me llevaba al mundo del arte. Así, a los 27 años, supe que mi sueño era convertirme en pintor”.
En ese momento, Scalisi Palminteri retomó sus estudios de Bellas Artes en Palermo, donde después empezaría a reflejar su pasión por la comunidad, la inspiración religiosa y el poder unificador que puede crear la pintura. A través de grandes murales en fachadas de edificios de algunos de los barrios populares de la ciudad, como el de Albergheria, refleja su personalidad a la vez que explora las posibilidades para crear una comunidad más rica. “Pintar en las paredes de las calles implica una responsabilidad hacia aquellos que viven en esa zona, no es como trabajar en un lienzo en la intimidad de tu estudio”, explica. “En la calle cualquier persona se puede encontrar con uno de mis murales, incluso aquellos que no querrían verlos, así que para mí es necesario tener en cuenta la sensibilidad de los habitantes del barrio y dedicarle tiempo a entrar en contacto con ellos, escuchar su voz y sus historias”.
El arte urbano de Palminteri bebe, por tanto, de las historias populares y la tradición de Palermo, a la vez que de su pasado religioso. Santos y madonnas son reinterpretados desde una perspectiva contemporánea y colorista. “La espiritualidad y la teología siempre han estado en la base de mi investigación artística”, explica. “Pero también reconozco en mí un impulso rebelde, de oposición y denuncia”, apunta. En ese sentido, el hecho de trabajar en las calles también es una reivindicación. “Tengo la esperanza de que mis obras puedan generar preguntas colectivas, abrir ventanas a temas inexplorados, alentar el diálogo y la participación de la comunidad. Es más, a través del arte urbano se puede llegar a aquellas personas que son sistemáticamente excluidas del mundo del arte por motivos de desigualdad o pobreza educativa”.
Sus murales no son la única manera con la que Palminteri intenta mejorar la vida de su ciudad. Otra de sus pasiones es trabajar con niños, ofreciendo talleres educativos en los que se fomenta su vertiente artística. “Todos sentimos necesidad de belleza, y los niños en particular”, asegura. “Para mí, trabajar con ellos es una responsabilidad y un placer, porque de esa forma también puedo cuidar al niño que llevo dentro. Me gustaría que todos tuviesen las mismas oportunidades de acceder a la educación y la cultura, y por eso comparto la emoción, la libertad y las herramientas que el arte puede proporcionarnos”, concluye.
La de Palminteri es una de las historias que se incluyen en el décimo número de The Walking Society, la publicación que Camper comenzó en 2001 y que celebra a aquellas personas que hacen que el mundo siga caminando y avance. Tras retomar su publicación en 2020 con un noveno número dedicado a la isla de Mallorca, en esta ocasión es otra isla mediterránea, Sicilia, la que sirve para conocer distintas historias que ejemplifican el estilo de vida mediterráneo, pausado pero decidido, y reivindica su papel como un lugar que ha sido cuna de civilizaciones, cultura y progreso.
Via ElPais